La Mujer. ¿Belleza comercial?

La belleza de la mujer, ahora en día se refleja en que tanto las costillas se les puede ver, pues mientras menos caderas tengas, sin importar tu salud, es más fácil por una pasarela caminar. Y a pesar de que nos duele ver el estereotipo de belleza que se ha creado, que lleva a las mujeres a sentirse peor que una vaca en este gran matadero llamado sociedad, no hacemos lo posible por ayudarles a vivir, saber y comprender que ser delgada por una condición visual que es decadente de esta sociedad, no está bien. Porque cada vez que entran en una tienda de ropa, parece que debe quedarles un vestido donde solo una niña de 12 años debería entrar. Y les meten la idea en la cabeza de que; "Así se ven bien", si todos tuviéramos el corazón e iniciativa de comprender que biológicamente es necesario un par de tetas y caderas para mucho más que por una pasarela pasear y saber que desaparecerlas a nada les ayudará y solo aportan a que esa falsa idea de belleza se quede aquí muchos años más, si todos pudiesen comprender eso y no catalogar a los demás por su peso, estatura o apariencia las cosas no estarían tan podridas como están.

Pues la belleza de una mujer no se mide en que tan visibles sean sus huesos, puedo recordar aquellos años donde a las modelos y mujeres se les podía ver y se les aplaudía tener algo más que venas, costillas y caras demacradas disfrazadas de maquillaje, se les veía un cuerpo al natural, ni muy muy, ni tan tan dijeran por ahí. Bellas caderas, hermosas figuras como las de una guitarra o una biguela, dependiendo la estatura, hasta como un violín. Pues la mujer no debe verse como objeto, porque la mujer como todos es un ser más en este mundo que todos compartimos y es un amor, no solo debe interesarnos el cuerpo sino el alma, la sonrisa y la felicidad en su mirar, pues eso no se compra con vestidos o maquillaje de marca.

Debemos arrancar de raíz la falsa imagen de mezquindad que se ha manejado por décadas para usarla como una herramienta de mercado nada más, la mujer no es un objeto y mucho menos nuestro juguete para chaquetear, no vale más una mujer que otra por su peso, estatura o condición social.

Todos y cada uno deben amar su cuerpo como tal y no está mal por salud mejorar, más no para agradar a una sociedad que sino eres delgada no te sabe respetar. Pues para ellos vale más que se te vean las costillas que un par de tetas que de verdad puedan amamantar.

 Pues mil veces prefiero una mujer que tenga de donde agarrar, que una a la cual me le suba encima y se pueda quebrar.

El nacimiento de Venus, Sandro Boticelli